jueves, 8 de octubre de 2015

Aniversario (3)

Yo no lo quito


La firma del Pacto de San Sebastián, en agosto de 1930, seis meses antes de la sublevación militar contra la monarquía, antecedente de la Proclamación de la Segunda República española, ya preveía atender a las exigencias de los nacionalistas catalanes. Y, en consecuencia, en 1932 los políticos catalanistas presentaron ante el Gobierno un estatuto conocido como el Estatuto de Nuria, llamado así porque se preparó en el santuario de la virgen de Nuria.



El Estatuto concedía a Cataluña un  Gobierno y un Parlamento propios,establecía una ciudadanía catalana y declaraba como lengua única el catalán (el de la gramática de Pompeu Fabra que se aprendía en los colegios de enseñanza primaria), abría la posibilidad de que se incorporasen a Cataluña otros territorios, y establecía las condiciones del servicio militar a los jóvenes catalanes. Los que presentaron el Estatuto de Nuria al Gobierno de la República argumentaron que todo ello había sido establecido en el Pacto de San Sebastian de 1930. Todo ello acompañado por un derroche de propaganda por las calles catalanas.





En el resto de España no se pensaba lo mismo


Este estatuto fué muy discutido en el Congreso, y hubo dos intelectuales ilustres que mantenían posiciones encontradas, Ortega y Gasset y Manuel Azaña.  El primero pensaba que el problema catalán duraria eternamnte y nada podría terminar con el victimismo chantajista de los catalanes. El que venció con una "solución política" fué Manuel Azaña, y él mismo se encargó de ofrecer en Barcelona el Estatuto catalán, hechas unas cuantas modificaciones y un vez aprobado, al entonces presidente de la Generalidad, Francesc Maciá. Ambos aparecen en esta imagen.


Maciá era un antiguo masón, y por esta época, en 1932, Azaña ingresaba en la masonería, como él  mismo explica en sus memorias en las que ridiculiza su ceremonia de ingreso.

Las fuerzas de orden Público quedaban, en virtud del Estatuto,  bajo las òrdenes de la Generalidad, y ésto hizo que se facilitase el ingreso en la Guardia de Asalto de muchos indeseables procedentes de partidos catalanes, y los oficiales del ejército de menos confianza para los separatistas, que ocupaban puestos en la Guardia de Asalto, regresaran a sus antiguos destinos. De este modo se facilitaba la subversión ocupando los mandos de Guardias de Asalto y somatenes, militares afectos  la Generalidad como Pérez Farrás, Escofet, Guarner, el Teniente Coronel Ricart, Pérez Salas, y otros oficiales de la confianza de los separatistas y masones.

Cuando estos guardias de asalto fueron revistados, antes de entrar en servicio, por su nuevo Jefe, el Teniente Coronel Ricart, cuando éste terminó su arenga con los gritos reglamentarios a España y a la República, los guardias  que estaban formados respondieron con un "¡Visca Catalunya Lliure!". Y nadie se atrevió a castigar a los guardias ni aplicar las medidas disciplinaria adecuadas.

Mientras tanto, los "escamots" del Estat Catalá, que ya habían empezaron a desfilar por las calles de Barcelona, empezaron a actuar por su cuenta y a organizarse también como fuerza de choque contra España.

Francesc Maciá falleció el dia de Navidad de 1933 y le sucedería Luis Companys.



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