domingo, 10 de mayo de 2015

Historias e historietas (1)

Yo no lo quito


Los que me conocen, y muy especialmente mi buen amigo y compañero Jesús Flores, saben que padezco una enfermedad muy peligrosa, y es que me gusta leer. Vicio que no me puedo quitar de encima ni siquiera con el paso de los años ahora que le estoy costando al Estado Español, o sea a mis conciudadanos, una pensión más prologada que la del general Weyler, que falleció  a los 92 años en 1930 y no pudo conocer la Segunda República española.



Pero ahora escribe gente que afirma conocerla mucho, como ocurre con el "hispanófilo" Paul Preston, que viene a ser como el oráculo de Delfos, tanto para los políticos de la izquierda como para los de la derecha, y de cuyos libros se han hecho muchas ediciones como esta edición en catalán que lleva en la cubierta la imagen de Mariano Vitini, el guardia de Asalto más fotografiado de España, gracias a los buenos oficios del fotógrafo Agustín Centelles,

Por cierto que este fotografía, como la mayoría de las que tratan de acciones de guerra, suelen estar preparadas con anterioridad. En ésta, que ha dado muchas vueltas al mundo, se puede observar que el guardia Vitini, como buen guardia "rojo" que se apoya y protege sobre un caballo del 7º Ligero, no lleva puesta la guerrera. Y ,además, aparece haciendo fuego con la bayoneta calada. Ni siquiera se ha tomado la molestia de guardar el machete en su vaina para disparar el "mauser". En realidad se trata de una preparación un tanto teatral, pero a la que le han suprimido un tercio de la fotografía original, que era ésta


Claro que la imagen de un civil con la chaqueta puesta, empuñando un revólver de poco calibre y sin protegerse en medio del presunto tiroteo en la calle de Lauria esquina a Diputación, de Barcelona, le podría quitar realidad a la imagen.

Pero, dejando aparte estas consideraciones, este humilde -y vicioso- lector acaba de tener ocasión de leer algo que desconocía; y es un librito de memorias escritas desde Francia por el que fué Presidente de la Segunda República española sustituyendo a Alcalá Zamora tras la victoria del Frente Popular el 16 de febrero de 1936.



Manuel Azaña, como muchos saben, cruzó la frontera francesa , y tras rechazar la Presidencia de la República, se instaló en la localidad de Mantauban, en el sur de Francia, donde estuvo residiendo desde febrero de 1939 hasta la fecha de su muerte en noviembre de 1940, tras haber recibido los auxilios espirituales, quizás por recomendación de uno de sus amigos y ayudantes más próximos, el general del Ejército Popular, don Juan Hernández Saravia, que era artillero y gran admirador de Azaña, a pesar de ser él mismo, terciario carmelitano. Porque estas cosas ocurrían en nuestra España en tiempos de la Segunda República. En los tiempos actuales se elogia a estos militares que dejaron de lado sus creencias religiosas para dedicarse a ayudar a los comecuras. Lo que no tiene nada de extraño porque lo estamos viendo a diario con los políticos.

Las memorias vienen precedidas por un prólogo escrito por otro "experto" en la Guerra Civil española, que es Gabriel Jackson, aquel que escribía, acertadamente, en el libro que tenía que estudiar mi hija en su carrera, que el Alcazar de Toledo había "sufrido desperfectos", lo que no se puede negar a la vista de esta imagen



Este libro es, como pueden imaginarse por las circunstancias en que fue escrito, tan exculpatorio como sus Veladas de Benicarló y el resto de sus memorias.Y en uno de sus capítulos se queja de lo que se ha llamado la ayuda de la Unión Soviética a la República Española. Y empieza de este modo:

"De todos los temas relacionados con la guerra española, pocos o ninguno han dado tanto que hablar como la cooperación rusa en la defensa de la República. El origen, los propósitos, la importancia de esa cooperación, sus efectos militares y políticos, han sido, tanto en España como en el resto de Europa, tergiversados por la propaganda, desfigurados - en más o en menos- por la emoción de las partes contendientes. Es cierto que la cooperación rusa ha despertado graves temores por las consecuencias (irrealizables en muchos aspectos) que pudieran tener para el porvenir del pueblo español. También es cierto que despertó esperanzas alegres, primeramente en un área de opinión muy extensa, para el resultado militar, y en segundo término, dentro de limites mucho más reducidos, en el terreno político. Ambos puntos de vista- el del temor y el de  la esperanza- eran, a mi parecer, equivocados por falta de conocimiento cabal de las cosas y por la peligrosa facilidad de confundir con la realidad un sentimiento personal".

Estas dos fotos corresponden a una manifestación en Barcelona por la llegada al puerto del vapor "Zyrianin" 

                 

                                                       Manifestaciones por las Ramblas

                
                                                Plaza de Cataluña                                          Circulo ecuestre


Este entusiasmo por la Rusia de Stalin y Lenin llegó a cambiar en Madrid el nombre de la Gran Via por este otro



A continuación, justifica la intervención soviética es España diciendo que:

"Frente a la presencia importante,decisiva, de las potencias totalitarias en España, era fatal que se levantase,como antítesis necesaria, la de la presencia soviética, y que se achacasen un origen,un propósito,  y un resultado paralelos (aunque de signo contrario) a los de la intervención hispano-alemana, sin pararse a averiguar el volumen exacto y las posibilidades de la cooperación rusa. Así es siempre la polémica política que, ni en paz ni en guerra, suele guardar miramientos con la verdad. Es creíble que durante la guerra, habrá habido en la España "nacionalista" extremosos defensores de la colaboración armada italiana; otros, más tibios, que la hayan soportado; y algunos que la habrán mirado con antipatía y recelo. El mismo fenómeno, guardadas las proporciones, ha podido reproducirse en la España republicana,con esta diferencia; nunca ha habido un ejército ruso, grande ni chico, en el territorio de la República. Nunca ha habido un pacto político, para el presente ni para el futuro,entre los gobiernos de la República  ni el de Moscú. La posición internacional de España, en el caso de haber subsistido la República, no habría variado esencialmente respecto de lo que venía siendo antes de la guerra. Estas tres circunstancias muestran los limites impuestos por la naturaleza misma de las cosas, no ya las intenciones, sino los medios de acción y los resultados posibles de la cooperación rusa. De otros límites hablaré más tarde."

En estos párrafos Azaña hace lo que, como "animal político" que es, lo mismo que denuncia cuando dice que en la polémica política, ni en paz ni en guerra, se suelen guardar miramientos con la verdad. Ciertamente, a España no vinieron unidades orgánicas del Ejército Soviético. No necesitaba hacerlo porque disponía en el mundo entero de un rosario de partidos comunistas a los que manejaba desde Moscú  y que conocemos como Brigadas internacionales. Stalin necesitaba mantener la paz en Europa, con muchos de cuyos gobiernos mantenía relaciones diplomáticas, y no le interesaba romper con estos gobiernos. El Partido Comunista Soviético fué el que, el dia 21 de julio de 1936, cuando apenas se conocía en el extranjero lo que estaba ocurriendo en España, celebró una reunión de la Komintern y la Profintern en la que se decidió organizar a escala mundial una ayuda a los revolucionarios españoles. Así fué como nacieron las famosas Brigadas internacionales. Los rusos enviaron a España a muchos Jefes y oficiales como instructores de carros y de aviones, algunos voluntarios, pero a los que se dió la orden de " mantenerse lejos del alcance de la artillería enemiga", para no poner en evidencia la ayuda soviética a la República Española.

Pero, para no cansar a nuestros lectores, intentaremos continuar en los números próximos.

Voluntarios soviéticos en España.

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