miércoles, 15 de abril de 2015

Recuerdo de un 14 de abril

Yo no lo quito

Ayer  se cumplía el 84º aniversario de la proclamación de la Segunda República española. Gloriosa república contra la que se levantaron los anarquistas, socialistas y comunistas que fueron los que realmente acabaron con ella desde sus comienzos, aunque ahora se reivindica por esa izquierda que padecemos en esta triste España. Pero lo que no se suele recordar es que aquel día se proclamó también la República catalana. Una republica con la que había soñado aquel teniente coronel coronel golpista que se llamaba Francesc Maciá y que pocos años antes había intentado crear con el conocido golpe de Prats de Molló, del que alguna vez hemos hablado en este Alimoche.



Aquella república catalana, que Maciá inauguraba como presidente, se debía encuadrar dentro de una entonces inexistente Federación Ibérica.


El todavía gobierno provisional no contaba con que esto pudiera suceder, y sin pensarlo dos veces, envió a Barcelona a Nicolau d´Olver, a Fernando de los Rios y a Marcelino Domingo para exigir a Maciá que se volviera atrás y se conformase, aunque fuera solo momentáneamente, con presidir algo que se denominaría la Generalidad de Cataluña. O sea, que aquella naciente república catalana duró cuarenta y ocho horas.
Gassol,Maciá y Casanovas

Tres años más tarde se produciría otro intento de crear la República catalana en aquel 6 de octubre de 1934, y que duró diez horas cuando el militar masón Batet se enfrentó al masón Companys por encargo del masón Lerroux.

La verdad es que Maciá poco pudo gozar de su cargo como presidente de la Generalidad porque en 1933,curiosamente el dia de Navidad, falleció en Barcelona y le sustituyó Lluis Companys.

Y una de las cosas que, "pudicamente", ocultan los políticos, como tantos otros hechos históricos, es que Maciá, pese a pertenecer a la masonería y ser enemigo declarado de la Iglesia, murió cristianamente como más tarde lo harían también Batet y Companys.

El día 23 de diciembre de aquel año de 1933, el cardenal Vidal y Barraquer atendió a la petición de Macia de recibir el sacramento de la confesión; y el 24 por la tarde el obispo de Barcelona monseñor Irurita acudió, por encargo de Vidal y Barraquer, con 20 sacerdotes para recitar un responso.

El Gobierno de la Generalidad intervino prohibiendo que los sacerdotes fueran en procesión por la calle  desde la Plaza de San Justo por la calle de la Princesa hasta la "Casa dels Canonges" y les hizo entrar por la puerta trasera de la Plaza de la Piedad.

El día 25 de diciembre, a las 11 de la mañana fallecería Maciá poco tiempo después de que el prior Berenguer, que era el prior de la capilla de San Jorge, le diera la extremaución "in extremis". Maciá murió besando una cruz que le había llevado su hermana religiosa. A  continuación celebró una misa por el difunto en compañía de los parientes más próximos y algunos amigos.

Entierro civil de Maciá

Contrariando las últimas voluntades de Maciá y de su familia, el "Consell Excutiu" formado por Joan Casanovas y Miquel Santaló, ordenaron que se retirase el crucifijo del pecho de Maciá y le impusieron un entierro laico y civil, paseando al difunto por las calles de Barcelona sin la cruz ni plegarias públicas de sacerdotes.

Por otra parte, antes del entierro, los masones de Esquerra Republicana, impusieron un rito masónico consistente en extraerle el corazón y guardarlo en una urna. Durante la guerra civil, Tarradellas fué el encargado de enviar a un funcionario para recogerla y comunicó a la familia que, para evitar profanaciones, sería trasladado secretamente al panteón de  Collaso Gil.

Panteón de Collaso Gil

Cuarenta años mas tarde se pudo conocer que ese traslado jamás se había hecho, y el cuerpo de Maciá, incluida la urna con el corazón, seguían en la primera tumba. Durante el régimen de Franco nadie la había tocado; y  que  el corazón que Tarradellas había paseado por Europa no pertenecía a Maciá.

La Vanguardia del 10 de octubre de 1979 informó de la apertura de la tumba de Maciá, y de la entrega del corazón que Tarradellas había guardado durante 45 años, De  lo cual el diario barcelonés daba lo que se suele llamar "el informe oficial".



Este cartel puede constituir una visión de las dos repúblicas que se inauguraban aquel 14 de abril de 1931.







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