miércoles, 8 de abril de 2015

Manuel Carrasco Formiguera

Yo no lo quito



Aunque estos días tenemos muchas cosas que comentar, da la casualidad de que el dia 9 de abril se han cumplido 77 años del fusilamiento de Manuel Carrasco Formiguera.


 Una figura patética que refleja lo que una idea separatista puede llegar a producir, incluso en personas que llevan un apellido tan castellano como Carrasco. Porque el padre de Manuel Carrasco Formiguera había nacido en Villena, un pueblo de la provincia de Alicante próximo a la Mancha, donde aparece en el Quijote un personaje como el bachiller Sansón Carrasco.

Su madre, a la que conoció en Cataluña cuando vino a esta tierra a situarse, era de Liñola, un pueblo de la provincia de Lérida: y no le debió ir muy mal porque envió a su hijo, nacido ya en Barcelona, a estudiar en el Colegio de los Jesuitas, un colegio de élites a donde no podía ir cualquiera. De estos recibió formación religiosa, lo que siempre le hizo defender a las órdenes religiosas que estaban muy maltratadas por la prensa catalana.

Sin embargo, esto no le impidió el haber sido amigo de Maciá, que era masón, y presentarse en la famosa reunión de masones republicanos (la mayoría lo eran) que firmó el Pacto de San Sebastián para traer a España la Segunda República que combatió a la iglesia católica y expulsó a los jesuitas. Carrasco intervenía como representante de Acció Catalana, y en esta foto aparece de pié en el extremo izquierdo de la imagen, fácilmente reconocible porque es el único que lleva corbata de pajarita, que en aquel tiempo era una moda propia de catalanistas.


El Pacto de San Sebastián


En una de las últimas entradas de este Alimoche, hemos hecho referencia a un comentario de Josep Pla en el que comentaba que " Carrasco rezaba el rosario todos los días con toda la familia para que viniera la República". Pero cuando fracasó el Alzamiento en Barcelona y Cataluña quedó en manos  de los anarquistas, socialistas y comunistas, la Generalidad lo envió a Bilbao como "representante del Gobierno catalán" ante el de Euzkadi. En realidad para proteger su vida y quitárselo  a los anarquistas. Cuando cayó en manos nacionales San Sebastian, regresó a Barcelona, pero volvió a ser amenazado por éstos, y regresó a Bilbao con casi toda su familia.

 En Bayona embarcó en el vapor Galdames y tuvo la mala suerte de tropezar con el crucero Canarias en medio de un combate con buques vascos, siendo tomado como prisionero y conducido a Burgos donde fué sometido a un consejo de guerra que lo condenó a muerte el 28 de agosto de 1937. Su esposa y las hijas que le acompañaban quedaron detenidas, pero luego  canjeadas en Gibraltar por la familia del general Lopez Pinto, detenida por los republicanos.

Detenido y condenado a muerte, permaneció ocho meses sin que se cumpliera su condena hasta el día 9 de abril de 1938 cuando fué fusilado en Burgos, muriendo cristianamente y ayudado por jesuitas que se habían refugiado en Burgos.

Esta tardanza en cumplirse  la sentencia la explica el escritor catalanista Eugeni Xammar con estas palabras sacadas de su libro de memorias titulado; "Seixanta anys d`anar pel mon" (Sesenta años de ir por el mundo):

" Carrasco Formiguera estaba preso desde que el barco en que viajaba una misión de la República fué capturado, por causas que nunca se han aclarado, y conducido a territorio franquista del norte de España. Carrasco era, naturalmente, un preso de categoría y su vida corría grave peligro. En efecto, fué juzgado por un Tribunal militar, condenado a muerte, y al cabo de poco tiempo, fué fusilado".

Habría que corregir esta expresión de "al cabo de poco tiempo" porque desde el 28 de agosto de 1937 hasta el 9 de abril de 1938 corrieron casi ocho meses. Pero Xammar continua escribiendo:

"Estos son los hechos. Lo que yo quiero añadir es que si Carrasco Formiguera fué aparentmente fusilado, en realidad fue asesinado por el gobierno de la República que no hizo lo que debía y podía hacer para salvar su vida. Carrasco i Formiguera era el prisionero ideal para canjearlo con presos de calidad que tenía el gobierno de la República. Entre ellos se encontraba el obispo de Teruel, del que se apoderaron las tropas de la República durante la falsa reconquista de esta capital de provincia y que, cuidadosamente guardado con toda clase de atenciones, fué bestialmente asesinado  por la Brigada de Líster, u otra brigada semejante, durante la retirada desde Barcelona a la frontera".

Y sigue escribiendo:

"No basta decir que de la suerte de Carrasco i Formiguera dependia la vida o la muerte del obispo de Teruel para que, en la otra pàrte, quedase garantizada  la inmunidad de Carrasco i Formiguera. En vez de esto, el gobieno de la República proponía a cambio de Carrasco i Formiguera, personajes insignificantes entre los cuales recuerdo un prelado doméstico de la Santa sede y redactor de El Correo Catalán, llamado monseñor Lisbona. Ninguna de las ofertas de la República fué tenida en cuenta por el gobierno de Burgos  que, como he dicho antes, llevó a cabo la ejecución de Carrasco i Formiguera.

¿Medios para salvar la vida de Carrasco?   El gobierno de la República los tenia a montones. Ganas de utilizarlos es evidente que no tenía ninguna".                          


El obispo Anselmo Polanco






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