sábado, 18 de octubre de 2014

Perrerias

Yo no lo quito


1.- Excalibur.


Las noticias que nos están llegando a diario parecen dar a entender que el estado de Teresa, la enfermera que está todavía en espera de que se solucione su infección, está mejorando. Y huelga decir que estamos deseando que se nos diga que ha salido de peligro, porque esta enfermera merece salvarse. ¡Ojalá sea cuanto antes! El que no ha podido salvarse es la mascota, ese perro que ha sido sacrificado para evitar el peligro de la propagación del virus letal. 

Pero ocurre que en aquellos momentos en los que todos estábamos con el alma pendiente de un hilo pensando en la enfermera que atendió a los dos médicos de la Hermandad de San Juan de Dios, ha habido una recogida de firmas (alguien ha dicho más de 200,000) y hasta una manifestación organizada por el partido animalista en el que sólo ha faltado una pancarta que dijera "Todos somos Excalibur".


Mentiríamos si dijéramos que nos ha sorprendido esta salida del partido animalista y de las defensoras que exigen "Justicia para Excalibur". Y mentiríamos porque estamos convencidos que poco más se puede pedir a esta sociedad que no abre el pico cuando diariamente son sacrificados en España del orden de 300 "nascituri" al amparo de la ley vigente, y que en el gobierno de ésto, que neciamente llamamos democracia, no se atreven a tocar. Mentiríamos porque sabemos que estamos soportando una sociedad que ha perdido el norte desde hace ya años y se dedica, entre otras cosas, a personalizar a los animales y a animalizar a las personas.

En estos tiempos está haciendo furor en twitter aquella frase de Gandhi, de que :"Una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales". Ciertamente, pero también debemos recordar que en la Alemania nazi, fué pionera en la introduccion de leyes ecologistas, combinando un conmovedor amor por los animales con un despiadado desprecio  por enteras categorías de seres humanos. Recordemos que Hitler no permitía que se fumase delante de su perra.

Tampoco está de más recordar que Ortega y Gasset decía que hay ideas que no suponen una opinión aislada, sino que suponen la base del entero edificio de una civilización. Si se pierde la fe en ellas, el cambio no resulta tan inofensivo como la sustitución de un jugador de fútbol a media parte de un partido de la Liga, sino que supone el resquebrajamiento de muchos valores principios y libertades que de ellas dependen, y el peligro de que Occidente se de cuenta de golpe de que no hace pié; de que no tiene ninguna base en que sustentar sus democracias y sus derechos.



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