sábado, 4 de octubre de 2014

De re monetaria

Yo no lo quito


1.-Las tarjetas negras.

Queramos o no, hoy toca hablar de asuntos económicos porque en cuanto abres las páginas del periódico aparecen estos temas, gracias a la desvergüenza de nuestros políticos. Y de esto no se salvan los de cierta alcurnia (por decirlo de alguna manera) dando con ello la razón a lo que escribía Ricardo Palma en sus "Tradiciones peruanas" donde nos cuenta que un virrey del Perú tenía en su despacho un cuadro que representaba a nuestro padre Adán, semidesnudo y laborando la tierra con  un letrero que decía: "De este destripaterrones, venimos los infanzones". De donde se puede deducir que a los hombres sólo hay que clasificarlos como gentes con vergüenza y gentes sin vergüenza. Aclarando que de éstos hay muchos. Tantos, que si pudieran volar, los aviones llevarían bocina.

Esto es lo que se nos ocurre cuando nos enteramos del asunto de las "tarjetas oscuras" de Bankia donde se evidencia la calaña de estos que, cobrando un sueldo en una Caja de Ahorros que no tiene nada que parecerse al de cualquier currante español, encima usa la tarjeta para gastos personales en una medida realmente vergonzosa. Incluso se ha dado el caso de individuos que habían causado baja seguían utilizando la tarjeta.


Las cajas de ahorro, que se crearon para evitar la usura de muchos prestamistas, con un sentido cristiano de lo que debe ser una economía dentro de la sociedad, a partir de 1985 empezaron a ser dirigidas por políticos para convertirlas en instrumentos de su política autonómica. Y el fracaso está a la vista, aunque más a la vista está la desvergüenza de los directivos que entraban a saco en la caja.

Otra de las armas que el PP entrega gratuitamente a la oposición, que se pierde por esgrimirla en contra de estos inútiles y desvergonzados.



2.-Una bofetada bien dada.



Ocurrió en la Plaza de Cataluña de Barcelona, donde se estaba celebrando una acampada independentista tolerada , por no decir propiciada, por el Ayuntamiento de Barcelona.

La noche del viernes, un anciano de más de sesenta años paseaba con su mujer vistiendo un polo de color rojo coronado por una delgada raya amarilla sobre los hombros que algunos de los allí reunidos confundieron con una bandera española, y consideraron que aquello no era nada más que una provocación en toda regla. A los reproches y silbidos iniciales siguieron los insultos y hasta a un jovenzuelo no se le ocurrió otra cosa que decirle que si no le daba vergüenza llevar aquella prenda. y que "tendríamos que quitársela y quemarla". 

Esta insinuación fué subiendo de tono hasta que el hombre, visiblemente molesto, invitó a los separatistas  "a venir a quitársela".

De pronto, tres veinteañeros se acercaron al sexagenario diciéndole:"Vamos a quitarte la camiseta", y cuando el primero le puso la mano en el brazo, recibió tal revés en la cara que, literalmente, según cuentan testigos presenciales, "salió volando" varios metros. El sexagenario había sido legionario, andaluz y residente en Barcelona desde 1960, y la cosa ya no fué a mayores.



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