domingo, 15 de junio de 2014

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Yo no lo quito

Afirmar que el rey Juan Carlos I se va dejándonos un país dividido y arruinado no es un secreto para nadie porque lo está diciendo la mayor parte de los españoles, sean de derechas, de izquierdas o medio pensionistas. Que se pueda decir que el culpable ha sido el todavía Jefe del Estado, es ya harina de otro costal. Sin embargo en algo la mayoría de los españoles se han puesto de acuerdo; y es que el Estado de las Autonomías tal como lo crearon los padres de la constitución y luego desarrollaron los partidos es algo que no hay país que lo pueda aguantar, y menos España que no es, precisamente, un emporio de riqueza.


Creemos que no es necesario afirmar que los menos interesados en que perdure este sistema de Comunidades Autónomas son los partidos independentistas, porque ellos lo que demandan es otra cosa bien distinta. Pero los partidos políticos se aferran a esta idea que en España no hace más que perpetuar el clásico caciquismo que hemos vivido en los primeros años del Siglo XX cuando los aspirantes al voto prometían a los posible electores de su circunscripción un puente, una estación de ferrocarril, o lo que más les interesase. De hecho esto es lo que ha estado ocurriendo con los famosos aeropuertos hispánicos, muchos de los cuales sólo han servido para que se aprovechase algún sinvergüenza. Pero el pueblo pedía "libertad" y aspiraba a ser más que el vecino, y así nos está luciendo el pelo.

La Historia recuerda un hecho del que fué protagonista un político español, Romanones, cacique de la provincia de Guadalajara, a quien el ayuntamiento de un pueblo, que  jugaba un billete de la lotería, que no sabemos si era el de Navidad, le  solicitaba que "hiciera algo" para que les tocase a ellos el gordo. Llegó el sorteo, y a aquel pueblo le tocó el segundo premio. Entonces, Romanones no perdió el tiempo y envió al alcalde del pueblo un telegrama en el que que decía : "No pude hacer más". Los caciques jugaban con la ignorancia del pueblo; y esto mismo es lo que están haciendo los caciques de nuestro actual sistema de partidos.

Sin ir más lejos, en estos momentos hemos vivido un hecho que nos ha dejado más que sorprendidos por la importancia que se le ha estado dando desde esta partitocracia, y el  que al Rey y Jefe del Estado las Cortes  "le han autorizado" a dimitir. O sea, a renunciar a su cargo. De donde podría deducirse que, en un "régimen de libertades" un Rey no puede abdicar la corona mientras el pueblo, representado por los diputados, no lo autorice. O sea, que está obligado a seguir siendo rey. Lo que no ocurre en otras monarquias europeas donde últimamente hemos tenido ocasión de asistir a varias abdicaciones reales. Pero ocurre que en nuestra Constitución estas cosas no las previeron los padres de la Patria.



Tampoco se recuerda que las Cortes españolas no son las que nombraron a Juan Carlos I como Rey y Jefe del Estado. Entre otras razones porque éste ya era Rey y Jefe del Estado desde dos años antes de que naciera la Constitución de 1978 hoy vigente. Por eso ha ocurrido que la última mentira de este gobierno ha sido decirnos que se "autorizaba" la abdicación del Rey, cuando en las Cortes lo que se ha planteado es la oportunidad de que España siga siendo una monarquía, especialmente la izquierda zarrapastrosa, que es la más republicana porque los socialistas, aunque republicanos confesos, han apoyado la propuesta del gobierno "autorizando" la abdicación en la persona del Principe de Asturias.

Quien ha aparecido como ganador de todo este barullo ha sido el dirigente del partido de perroflautas, un tal Pablo Iglesias Turrión, profesor de Politica  en la Universidad de Madrid, de cuyo criterio puede dar fe la declaración que hizo hace seis años elogiando la labor del entonces Presidente del Gobierno.


Dios nos ampare.

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