jueves, 5 de junio de 2014

La alegría del despido

Yo no lo quito

La abdicación del todavía Rey de España, Juan Carlos I ha producido en la prensa una gran alegría.Tanta, que si en este pais pudiéramos sorprendernos de algo a estas alturas, diríamos que el Rey ha sido despedido con una alegría y un cariño sorprendentes. Los periódicos de carril se han se han desmelenado y, cual púberes canéforas, han coronado al abdicante con hojas de acanto. Aquellas hojas que el griego Clímaco utilizó para construir sus capiteles corintios.


El mismo Rey, tras anunciar su abdicación, dirigiéndose a los periodistas que allí se encontraban, les dijo aquello de: "Nunca os habeis interesado por mí tanto como hoy". Unas risas y todos contentos.

Esta alegría se ha contagiado, incluso, al que todavía es Presidente del Gobierno Mariano Rajoy


que agradece a los socialistas y principalmente a su caudillo Rubalcaba su comportamiento ante el hecho de la abdicación. Atrás quedan los insultos (porque sus manifestaciones en el Parlamento llegaban a tener categoría de insultos) y la actuación de los socialistas aquel fatídico 13 de marzo cuando fué Rubalcaba el organizador de aquella manifestación ante el local del PP en Madrid donde Rajoy se encontró aislado y rodeado por una chusma que le insultaba.

El Futuro Felipe VI se va a encontrar con una España hecha unos zorros, producto de 39 años durante los cuales los políticos de esta partitocracia, crisis mundial aparte, han permitido llegar a la situación actual que es con la que se va a enfrentar ahora el próximo Rey, del que esperamos sepa darse cuenta del problema, que no es sólo económico como dice el registrador de la propiedad, sino mucho más profundo.

Nosotros, desde El Alimoche, estaremos siempre al lado del Rey y pediremos a Dios por su futuro, que es el nuestro, si nos demuestra que está dispuesto a mirar por España. Parece que los hechos empiezan a demostrarlo. Los medios que se encargan de informar y crear opinión son los primeros que están obligados a contribuir a la recuperación del espíritu nacional y de sanear a la sociedad española. Si no sirven para eso, mejor que desaparezcan.


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