jueves, 26 de septiembre de 2013

Miscelánea

Yo no lo quito


1.- Cien años de honradez (pero ni un minuto más)

No deja de ser emocionante ver el entusiasmo que ponen los sociatas en esta guerra de ventiladores, un espectáculo que estamos presenciando a diario entre el PP y la oposición del PSOE. Y como uno tiene más años encima que Carracuca,, no puede olvidar las cosas que leyó hace años, y vamos a dar cuenta de algo que sucedió hace más de veinte años. Y es que las hemerotecas tienen una memoria de hierro.

Lo que vamos a comentar es algo que llamó la atención entonces porque la gente no estaba acostumbrada a leer cada dia en la prensa los escándalos de estos políticos que se desviven por nuestro bienestar.

Todo empezó con el hermano de Alfonso Guerra. Y conmocionó tanto a todos los que se enteraron de los enjuagues de Juan Guerra, alias "mienmano" que en los carnavales de Cádiz de aquel año de 1990 apareció un ciudadano toscamente disfrazado con barbas postizas y gafas de sol baratas con una cartera en la mano, representaddo a Juan Guerra, el conseguidor.


Y como en el carnaval de Cádiz, lo más famoso son las chirigotas, aquel año se pudo cantar:

"El rey de la mangoleta,
hermanísimo de Alfonso,
quiso ser rico y famoso
a costa de cara y jeta."

Se habían terminado los cien años de honradez, y ya veremos como acabará todo ésto.





2.-La estación de Atocha.

En realidad de lo que se trata es de los aseos que han inaugurado en la estación de Atocha. Y en una carta al Director de La Gaceta podemos leer que ha causado cierto malestar el hecho de que entrar en los aseos de la estación ha de ser pagando. Lo que viene a recordarnos que en el siglo pasado fué nombrado alcalde de Madrid, en el año 1857 el duque de Sesto Don José Isidro Osorio y Silva-Bazán, que entre otros títulos, era marqués de Alcañices y duque de Sesto, porque reunió hasta doce títulos de Castilla y siete grandezas de España, y fué considerado como uno de los mejores alcaldes que ha tenido Madrid


Pues este gran alcalde, en su afán por mantener limpias las calles de Madrid, tuvo la idea de construir  enmedio de la Plaza del Sol un urinario público de esos que este Asno había llegado a conocer en el parque de la Ciudadela de Barcelona con un aspecto parecido a esto, para ser utilizado sólo para hombres.


Pero los madrileños todavía no estaban acostumbrados a estas sutilezas, y algunos se orinaban fuera. Tan frecuente era ésto, que el alcalde colocó en él un letrero multando con cinco duros al que se orinase fuera del artilugio. La reacción del pueblo madrileño fué colocar en quel urinario un letrero que decía:

"¡Cinco duros por mear!
¡Caramba, qué caro es esto!
¿Qué pedirá por cagar
el señor duque de Sesto?"


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