lunes, 7 de enero de 2013

Estulticia

Yo no lo quito




Hace ahora diez y nueve años- concretamente fué el dia 12 de enero de 1994- cuando el Papa Juan Pablo II pronunció uno de sus discursos ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, en el que dijo lo siguiente:

"Nos encontramos ante un nuevo paganismo: la divinización de la nación. La historia ha demostrado que desde el nacionalismo se pasa rápidamente al totalitarismo y que, cuando los Estados ya no son iguales, las personas terminan por no serlo tampoco. De esta manera se anula la solidaridad natural entre los pueblos, se pervierte el sentido de las proporciones y se desprecia el principio de la unidad del género humano."

En términos generales, el Papa lo que siempre había propugnado es: patriotismo sí; nacionalismo no. Y consideraba que el nacionalismo era como una droga que obnubilaba a las personas. Y, precisamente, ahora estamos viviendo en Cataluña los efectos de ese veneno. Precisamente, el mes pasado un grupo de "católicos catalanes" ha pedido al Papa Benedicto XVI que el que fué Presidente de la Generalidad Lluis Companys Jover sea reconocido como "siervo de Dios" como paso previo a una posible beatificación. Y encima la noticia nos dice que la carta se ha remitido a Monseñor Martinez Sistach para su envío al Papa. Lo que no sabemos es si esta carta ha terminado en la papelera del arzobispado de Barcelona.

La noticia es tan disparatada, que no sabe uno si aceptarla como tal. En este caso ello no haría más que demostrar que una ardilla puede moverse desde el Pirineo a Gibraltar saltando de tonto a tonto sin necesidad de tocar tierra.

Además, la noticia nos dice que en la carta se aprovecha para  tachar de Judas al obispo de Lérida Joan Piris por renunciar a la defensa por la via civil de las obras del Museo Diocesano que reclama como suyas el Obispado de Barbastro. O sea, por cumplir las órdenes del Vaticano.

En la carta se omite decir que Luis Companys era masón, y empezó su carrera política en el Partido Republicano de Alejandro Lerroux, que también era masón. Se indica que "fué republicano porque creia que en la radical igualdad de todos los hombres ante Dios, y que el único reino que debe existir en la Tierra es el de los Cielos. Ejerciò la abogacía evangélicamente situándose al lado de los pobres, defendido siempre a los trabajadores y campesinos que sufrian la injusticia y la opresión de sus patronos".

 Lo que no cuenta es que fué pasante en el despacho de Francisco Layret defendiendo a los pistoleros anarquistas de la CNT- FAI, y tampoco menciona el asesinato de su rival Miguel Badía que terminó con la boda de Companys con la que había sido amante de Badia.

Para redondear la carta se cuenta en ella que ."Al igual que otros mártires de la fe o del mismo Jesucristo, sus restos mortales fueron expoliados y proscritos. El oficial que comandaba el piquete de ejecución fué a robarle el pañuelo que llevaba en el bolsillo de la chaqueta, después de rematarlo con su pistola. Y se prohibió señalar su tumba en el Fossar de la Pedrera para evitar homenajes y peregrinaciones".

De Luis Companys lo mejor que se puede contar, y esto lo decimos nosotros, es que su muerte fué lo único digno de su vida. Oyó misa, confesó y comulgó y se presentó ante el pelotón de fusilamiento con toda dignidad.

Tampoco cuenta la carta que él fué el responsable de que los anarquistas se apoderaran de Barcelona al negarse a que intervinieran las fuerzas de Orden Público., lo que provocó que cuatro meses más tarde se organizara en Barcelona una conspiración contra él, que estuvo a punto de costarle la vida, dirigida por los militantes de Estat Catalá para "catalanizar" la revolución que se les iba de las manos, en manos de los anarquistas.

Como dice el Eccesiastes: "Stultorum infinitus est numerus"



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