lunes, 22 de agosto de 2011

Todos tan contentos



Yo no lo quito



La prensa de hoy trompetea alegre y confiada con la derrota de  Muhammar el Gadafi; un dictador que lleva 42 años gobernando Libia. Y lo hacen convencidos de que, por fin, se va a producir la entrada en la democracia de la Yamahiriyya al Libiyya gracias a la acción combinada de unos rebeldes libios que operan en tierra apoyados por mar y aire por tropas de la NATO formalmente legitimadas pot la ONU, y entre las que no pueden  faltar la españolas.

Ahora parece que todo el mundo está contento porque, finalmente, en Libia se instaurará la democracia, la libertad y la garantía del respeto a los derechos humanos. Lo que parece indicar que el cambio que se va a producir será conforme al concepto que tenemos de la civilidad, y de que la nueva Libia, libre y democrática, contribuirá a la consolidacion de la paz y de la seguridad internacional.

Todo lo cual suena a música celestial, mientras los rebeldes entran por los barrios de Tripoli al grito de "Allah Ajbar" (Dios es el más grande) lanzados al aire por barbudos combatientes que recuerdan a los que combaten desde Afganistán, hasta Somalia por los distintos frentes que nos está ofreciendo la Yihad Islámica.

Ojalá los comandantes de la OTAN y los Ministros de Defensa se puedan dar cuenta de quienes son los autodenominados "rebeldes libios" y tengan la certeza de que entre ellos no se han colado grupos de combatientes islámicos a los que lo que menos lrs interesa es conseguir una Libia laica y democrática, sino un estado islámico y teocrático.Y es lícito poner en duda la capacidad  de la OTAN y del propio Occidente cuando  hace pocos meses nuestros políticos y Presidentes de Gobiernos no han encontrado el menor inconveniente para acercarse al Presidente Libio y hacer antecámara ante su tienda en el desierto, o recibirlo, en el caso de España, en la forma que nos ha mostrado la prensa nacional.




Es en Libia, más que en cualquier otro pais del Medio Oriente, donde la NATO y Occidente, y su intervención militar han sido considerados unánimemente como con el único objetivo de controlar sus recursos petrolíferos y los fondos soberanos libios más que nunca vitales para resolver la crisis económica de los paises occidentales.

En cuanto a los islamistas radicales, son suficientemente astutos para revolverse contra Occidente en cuanto encuentren la primera oportunidad. Y si queremos imaginarnos lo que pueda llegar a ocurrir en Libia, no tenemos más que observar lo que está ocurriendo al otro lado de sus fronteras en Túnez y en Egipto, los dos paises que han conseguido hacer caer del poder a Ben Ali y a Mubarak para caer unos en las redes de los Hermanos Musulmanes y otros en las de las fuerzas nacionalistas panárabes, sosteniendo a los terroristas palestinos de Hamas, estableciendo la discriminación y persecución de los cristianos que rechazan el estado de "dhimmi", sometidos a la "sharia", o que reivindican una identidad autónoma.

Por eso no podemos dejar de preguntarnos si nuestros gobernantes no estarán ayudando en Libia a los islámicos radicales a la  conquista del poder.

El tiempo dirá. En todo caso, que no tengamos que echar de menos a Gadafi.

Dinar-oro libio

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