miércoles, 13 de julio de 2011

De trascendencias e inmanencias


Yo no lo quito

No se asusten, hombre, que no voy a soltarles ningún rollo filosófico. Es que ha caido en mis manos un artículo escrito por alguien que no sé si es Paco Segarra. En cualquier caso, me ha recordado una anécdota de hace años. El artículo dice:

" Un viejo ministro de UCD me dijo el otro dia que ellos, los de entonces,estaban preocupados por lo trascendente. Abandonadas en la solapa de un libro de poemas, la libertad, igualdad y fraternidad entre españoles, la trascendencia ha menguado hasta caber en un balance, en una cuenta de resultados. De tal forma que ahora lo realmente trascendente es proceder a una poda de algunos parámetros grotescos del pais que han crecido bajo la era crepuscular de ZP. Digamos, 30.000 coches oficiales. El automóvil oficial, más que un medio de transporte, es signo de ostentación provinciana y necesidad de mantener la intrascendencia social de cualquier concejal, director general o consejero. Digamos, 1.200 televisiones locales que, en esta visión microscópica de lo trascendente han hecho de alcaldes pedáneos, hombres de Estado. La televisiones locales informan, en vuelo gallináceo, de la visita del alcalde pedáneo a la partida de cartas del casino. En esta y otras trascendencias numéricas mayores se observa cual es el modelo de ciudadanía que el poder ha ido amasando; gusto al cuerpo y control del statu quo. En el advenimiento municipal del PP se advierte una posibilidad de cambio aunque el ciudadano tema, por escarmentado, que sólo acabe siendo un cambio personal."

Ejemplos grotescos de los que habla el autor de este comentario los tenemos a miles. El más comentado es el caso de Ernest Benach, ex-presidente del Parlamento Catalán. A este individuo que dejó la carrera de medicina, quizás apenas iniciada, para convertirse en jardinero o barrendero de la Generalidad de Cataluña,y que inició su carrera política en Reus, su ciudad natal, le asignaron uno de los 16 automóviles Audi A8 limusina, comprados por el gobierno catalán y cuyo precio es, o era, 110.000 euros.



Como su sueldo de solamente 9.000 euros al mes no le permitía alquilar un apartamente para vivir en Barcelona, se trasladaba diariamente desde Reus  recorriendo los 120 kilometros que separan ambas ciudades. Y para su comodidad "mejoró" la limusina convirtiéndola en oficina móvil añadiéndole un televisor, un reposapiés y un escritorio por un precio de casi 10.000 euros más (no 20.000 como había dicho el ABC cuando levantó la liebre).
En estos momentos el número de limusinas se ha reducido de 16 a 8.

Cuando El Asno de Rotterdam estudiaba segundo de Bachillerato, allá por el año 1934, aprendió, en clase de Literatura Española un antiguo refrán castellano que decía: "Aunque el doctor vaya en mula, si al enfermo va a curallo, va a caballo". Los médicos ricos iban a caballo, y los más modestos en una mula. Pero si eran capaces de curar al enfermo, es como si fueran a caballo.

Pues de eso se trata


1 comentario:

  1. A este enfermo no séquién lo curará, desde luego, no será Rub Al Kaaba.

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