sábado, 30 de abril de 2011

Sobre Historia





Yo no lo quito





Una de las cosas que más se han repetido al tratar del tema de la Guerra Civil Española, es que sobre ella se han escrito miles de libros. Uno no tiene idea de que sean miles precisamente, pero está bien claro que sobre ella se ha escrito mucho. Unos para justificar su victoria, y otros para justificar su derrota, como manda el reglamento.


Pero entre tanto libro, folleto y panfleto como se ha escrito, todavía no hay quien haya escrito un libro para explicar a sus lectores la tragedia de aquellos militares de alta graduación -digamos generales- que, por los motivos que fueran, se mostraron fieles servidores de la República y se enfrentaron a los sublevados de julio de 1936. Pero no vamos a referirnos a aquellos que fueron fusilados por los vencedores al termino de la guerra, tras un Consejo de Guerra, que ya sabemos quienes fueron, y algunos incluso religiosos y de derechas que pagaron con la vida su actitud al defender eso que llamaban la República Española.


A los que nos referimos es a los que fueron asesinados, destituidos, que se volvieron locos o que se escondieron en la retaguardia para escapar de aquellos a quienes creian que iban a defender


La actitud de los historiadores que no quieren tocar este tema es, desde un punto de vista humano, facilmente comprensible. Porque ya está bien de contar tragedias personales y familiares, cuya divulgación podría incluso herir a sus familiares. Pero desde un punto de vista histórico el conocimiento de estas tragedias ayudaría a comprender con mucha más claridad las causas que dieron lugar a la victoria de los sublevados, en vez de supervalorar las ayudas que Franco tuvo por parte de los alemanes e italianos, y pasar delicadamente de la ayuda a la República de los comunismos, el internacional y el de la Unión Soviética.


Los que han escrito sobre el sitio del Alcázar de Toledo, han tenido ocasión de contar la historia de aquel alférez cadete Juan de la Cruz Presa, hijo del general de Artillería Manuel de la Cruz Boullosa Subsecretario de la Guerra, que firmó la orden de entregar el armamento a las milicias en Madeid. El cadete se presentó en el Alcázar y su padre, al saberlo, pidió al Coronel Moscardó que devolviese a su hijo a Madrid en un coche que envió a Toledo escoltado por un policía.


Moscardó llamó al cadete y le indicço los deseos de su padre, a lo que el muchacho se negó. Más tarde, llegó a Toledo un Capitán para recoger al cadete, y éste terminó por entregarse, pero en cuanto llegó a Madrid se presentó en el cuartel de la Montaña, que se había sublevado.


Sabedor el General Subsecretario de que su hijo estaba en el Cuartel de la Montaña, llamó al Coronel Serra, que estaba al mando de la tropa, que le enviase al cadete porque su madre estaba desesperada. Serra, que conocía al General y a su esposa, le contestó que haría lo que pudiera para atender a la petición de la madre, pero que si el hijo se negaba a regresar a casa no podría hacer nada. El Alférez de la Cruz Presa murió en la defensa del cuartel junto a sus compañeros mientras su padre, obedeciendo las órdenes recibidas del Ministerio facilitaba el ataque al cuartel y trataba de sofocar la sublevación en Madrid.


Mientras tanto, su hermano Federico de la Cruz Boullosa, se sublevaba en Valladolid con la Guardia Civil. Muchos autores confunden el nombre de los dos hermanos.


Otro caso digno de estudio es el del general don Luis Castelló Pantoja, que aparece en esta foto durante una visita de inspección al frente de la Sierra de Madrid.




El 19 de Julio de 1936, el general Castelló era gobernador Militar de Badajoz y Jefe de la 2ª Brigada de Infantería, cuando fué llamado a Madrid para hacerse cargo de la 1ª Brigada porque su general, Virgilio Cabanellas Ferrer, había sido destituido.


Al llegar a Madrid se encuentra con que tiene que olvidarse de la 1ª Brigada de Infantería y hacerse cargo del Ministerio de la Guerra en sustitución del General Miaja. En Badajoz deja a su esposa y sus dos hijas, que pronto serian detenidas y conducidas a Sevilla por las tropas del comandante Castejón que, además, conocía a esta familia por haber coincidido con ella en Africa.


Se hace cargo del Ministerio el 19 de julio, y tiene que abandonarlo el 6 de agosto de 1936. O sea, que fué Ministro de la Guerra durante 18 dias, dejando paso a Juan Hernández Sarabia, artillero y miembro de la UMR.


Castelló intenta poner algo de orden en Madrid, y nombra Jefe de la 1ª Brigada de Infantería al general Riquelme. En el primer Consejo de Ministros se opone a la invasión de Mallorca proyectada por el capitán Alberto Bayo porque entiende la necesidad de emplear las fuerzas en Madrid y en el frente de Aragón que está casi desguarnecido. Pronto se da cuenta de que como Ministro no va a poder hacer nada porque quienes de verdad mandan son otros, y empieza a desesperarse. Por añadidura, recibe la noticia de que su hermano ha sido fusilado por los anarquistas, mientras su familia ha sido detenida y está en Sevilla. Todo esto le produce una crisis nerviosa tal que tiene que ser internado en el psiquiátrico de Lavapiés, de donde consigue escaparse y se refugia en la Embajada de Francia donde permanece hasta la primavera de 1937 en la que consigue ser trasladado a Francia donde se reune con su familia.


En 1942 es detenido por los alemanes de la Gestapo y entregado a España. Pasa tres años en prisión antes de ser indultado en 1946, y fallece en 1962 en compañía de sus hijas tras una larga enfermedad.


Este general era tio del diputado socialista y masón Juan Simeón Vidarte.



Al general Ildefonso Puigdengolas y Ponce de León, un catalán, republicano y masón, que fué el que entró en Guadalajara al frente de una columna miliciana de Madrid que cometió barbaridades que no fué capaz de impedir, se le dió el mando de la 2ª Brigada de Infantería que habia dejado vacante Castelló al salir de Badajoz. Reunió una fuerza mixta de soldados, guardias y milicianos, y presentó una resistencia a las fuerzas de Yagüe en Santos de Maimona, retirándose luego a Badajoz. Antes de la caida de esta plaza huyó a Portugal para pasar a Madrid donde se volvió a hacer cargo de una unidad de milicianos y guardias de asalto que se desplegó en Parla para enfrentarse a las tropas que se acercaban a Madrid. Al intentar parar una desbandada sacó la pistola y disparó contra un miliciano. A continuación alguien le disparó a él. O sea, que lo asesinaros sus propias tropas.



Muchos de estos generales, que habian sido nombrados por motivos políticos, tuvieron que ver como sus hijos y familiares próximos se encontraban combatiendo en el campo de los sublevados. De ellos hablaremos también más adelante.

1 comentario:

  1. En relación al hijo del General D. Manuel de la Cruz Boullosa (Subsecretario de Guerra en aquellos momentos) la única corrección seria en su nombre, siendo José de la Cruz Presa en vez de Juan.

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