martes, 9 de noviembre de 2010

Miscelanea














Yo no lo quito




1.- Un tal Carnicero.




Este es tiempo de muchas "misceláneas" porque estamos asistiendo a una lucha constante entre los partidarios de la "trascendencia" y los de la "inmanencia", como diría Benedicto XVI. Pero es que también asistimos a la lucha entre los partidos políticos en vísperas de elecciones; unas vísperas muy largas, y que tendremos que soportar hasta el momento de echar la papeleta en la pecera y hacer el recuento de "los penes y las paces" para saber quien nos va a hacer más felices en esta granja orwelliana.


A quien parece que no le hace muy feliz nuestro Papa es a Carlos Carnicero que, desde que su ex-socio Enric Sopena ya no le publica sus artículos, escribe ahora en el panfletillo ese que se denomina "Público", y cuyo dueño es el millonario Roures. Desde ahí se dedica a poner como chupa de dómine al Sumo Pontífice.



Carlos Carnicero Gimenez de Azcárate, que fué uno de los directivos de un escindido Partido Carlista, socialista y autogestionario- un PC más parecido a otro PC, el comunista, que a la vieja Comunión Tradicionalista- a este sujeto no sólo no le han gustado las declaracionesde Benedicto XVI, sino que le han indignado las declaraciones sobre el "laicismo agresivo"y la supuesta comparación de la actual política del Gobierno Socialista con el clima de confrontación existente en España durante la II República. Estas son sus palabras:


"Las declaraciones del Papa antes de llegar a España, además de constituir un disparate histórico, son gasolina en unos rescoldos que están controlados por la responsabilidad de la mayoría de los ciudadanos y de los partidos".


Y como el autor de este párrafo nació en Zaragoza el año 1951, es decir, doce años después de haber terminado la guerra, es evidente que sus conocimientos de lo que sucedía durante la II República están respaldados por su experiencia, y no tenemos más remedio que aceptar esta sugerencia.


Por supuesto, todavía no se ha llegado a matar sacerdotes, frailes y monjas. Ni tampoco están quemando las iglesias, pero en aire que se respira es el mismo. Y hace ya tiempo que nuestro amigo JotaEfe hizo este montaje que ahora parece una premonición tomando como fondo el Valle de los Caidos, al que aún no le han cambiado el nombre por el de "Valle Rojo". ¿O no?












2.-Un mártir ya beatificado.


Y para "apoyar" las afirmaciones del ciudadano Carnicero, incluimos en esta página una foto no muy divulgada, y alguna vez con un falso pié de foto, en la que aparece la imagen de un joven sacerdote minutos antes de ser fusilado, con una mirada limpia y serena de un nombre que sabe que "la muerte no es el final".






Se trata del Beato Martin Martinez Pascual, natural del pueblo turolense de Valdealgorfa, que nació el 10 de noviembre de 1910 y que fué fusilado el dia 18 de agosto de 1936. Tenía, por tanto, 25 años, y había sido ordenado sacerdote en 1935 tras haber pasado primero por el Seminario de Belchite, y luego por el Seminario Mayor de Zaragoza para ser ordenado sacerdote el dia 15 de junio de 1935.




Fué destinado como formador y profesor de latín en el Seminario Diocesano de San Fulgencio, y al terminar el curso quiso pasar las vacaciones escolares con sus padres en Valdealgorfa, a donde se trasladó el dia 5 de julio de 1936.



El 26 de julio,teniendo noticias de que había comenzado la perecución religiosa y de que lo estaban buscando para asesinarlo, se refugió en casa de unos familiares , y más tarde en una cueva situada a tres kilómetros del pueblo. El 18 de agosto por la mañana detuvieron a todos los sacerdotes que había en Valdealgorfa, y al no encontrar a Martin, encarcelaron a su padre.


Al enterarse por un familiar de que su padre estaba encarcelado, decidió regresar al pueblo para rescatarlo y morir con sus compañeros sacerdotes, que eran cinco. Un miliciano del pueblo, amigo suyo de la infancia, le rogó que huyera y él no quiso consentir que su padre padeciera por él. Aquel miliciano llegó a declarar que el detenido no era nada más que un estudiante, pero Martin lo negó, afirmando que ya era sacerdote y dió a su amigo un abrazo para que lo transmitiera a su familia. "Yo quiero morir mártir como mis compañeros".



Sólo estuvo detenido unos minutos.Inmediatamente lo llevaron a la plaza del pueblo y junto con otros cinco sacerdotes, lo metieron en un camión en el que subieron otros nueve seglares, camino del cementerio. Antes de llegar al cementerio, los quince fueron asesinados. Y cuando iba a comenzar el tiroteo les preguntaron "si deseaban alguna cosa" (aquellos milicianos eran unos finolis) y Martin les respondió:"Yo no quiero sino daros la bendición para que Dios no os tenga en cuenta la locura que vais a cometer", y después de bendecirlos añadió:"Y ahora que me dejéis gritar con todas mis fuerzas:¡Viva Cristo Rey!" .



Aquel día murieron asesinados diez seis hombres, "de una sola tacada", cerca del cementerio de Valdealgorfa.







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