miércoles, 10 de marzo de 2010

Mamarrachos

Estamos viviendo una de las peores épocas de la Historia de España. Afortunadamente, esta es una época "privilegiada" en el sentido de que abundan los medios de difusión, tanto hablados como impresos, y para el futuro va a quedar constancia de lo que está sucediendo en España, y las memorias históricas ya no serán sólo memorias, sino documentos de todas clases para uso de los historiadores que quieran recoger en sus libros la triste epoca que nos está tocando vivir. Porque todo cuanto ocurre ahora en España queda grabado de mil maneras para que nuestros nietos y biznietos puedan conocer hasta donde se puede llegar cuando una nación está gobernada por una pandilla de mamarrachos a los que se obedece sin tener, en muchos casos, argumentos para enviar a esta chusma a donde nunca debieran haber salido. Vergüenza para ellos y vergüenza para nosotros.

Las hemerotecas que, como decía Emilio Romero, tienen una memoria de hierro, recogen a diario las insensateces, las mentiras, los insultos y las idioteces que eructan nuestros miembros y miembras de este gobierno. Y ahí quedan impresas en el papel y grabadas en discos duros para la Historia. Este es el fantasma que se presenta ante estos mamarrrachos, aunque ello no les impida seguir diciendo estupideces porque ese es su "modus vivendi" para vivir con su "modus atrapandi". Pandilla de sinvergüenzas.

Cuando toda esta tropilla desaparezca del panorama nacional, quedarán grabadas y fotografiadas las escenas que estamos vivendo a diario, y nuestros nietos se partirán de risa y también de vegüenza al considerar lo bajos que hemos caido los españoles en esta triste etapa de nuestra Historia. Y ello se lo tendremos que agradecer a la imprenta y a la informática.


Y podrán ver, por ejemplo, como se suprime la estatua de Millán Astray, fundador de la Gloriosa Legión Española, mientras al mismo tiempo se envía a Afganistan a la Xª Bandera, que lleva el nombre de su fundador, a un pais donde constantemente se nos está mintiendo al decir que allí no hay guerra.

Desde estas páginas, lo menos que pedimos es que Dios les acompañe. Nosotros sólo podemos despedirlos al grito de ¡VIVA LA LEGION!


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