miércoles, 30 de septiembre de 2009

La codicia

Hace muchos años, cuando era un niño, cayó en mis manos un libro muy curioso.Relataba la Guerra Europea (la del 14-18, para entendernos) pero lo hacía en verso. Y, como es lógico, ya no me acuerdo de lo que allí nos contaba a los jóvenes lectores, porque lo habian escrito para los niños, pero sí recuerdo que empezaba diciendo:
"No seais, niños, envidiosos, /ni mucho menos codiciosos/ porque esto es manantial de muchos males...etcétera"
El recuerdo de la guerra, con sus tremendas concentraciones de artillería, sus gases asfixiantes etc.etc. estaba en el recuerdo de los niños de mi edad porque aunque no habíamos conocido la guerra, veíamos cromos, hojas de soldados recortables, y hasta alguna película de Charlot con uniforme y casco de acero. Y el libro atribuía todo aquello a estas dos "virtudes humanas"; la envidia y la codicia.
Siempre se ha dicho que el español es envidioso. Pero es difícil llegar a saber si es más envidioso que el resto de los mortales, porque quien habla de la envidia hispánica suele ser otro español que ha sido víctima de este pecado capital. En cuanto a la codicia, creo que no es patrimonio de nadie porque es tan común a la especie humana, que tampoco se puede afirmar quienes son más codiciosos que otros. Ahora, precisamente, estamos viviendo en Barcelona una historia de codicia que afecta nada menos que al Presidente del "Palau de la Musica", y sobrino nieto del fundador del "Orfeó Catalá". Noticia que ha soliviantado al respetable porque esta institución es algo así como el "Sancta Sanctorum" del catalanismo barcelonés, y habitáculo en el que Jordi Pujol hace años representó aquella escena que le hizo famoso en su día, y le llevó a la cárcel.
Pero no me voy a referir únicamente a aquello que Dante denominó "la avara poverta dei catalani" porque la entera sociedad española ha descubierto hace unos años eso que ahora se llama "el estado del bienestar". No seré yo quien se oponga a ese bienestar pero siempre que ello sea consecuencia de un esfuerzo, y de un disfrute de él dentro de las limitaciones que impone la decencia y la dignidad del ser humano. Y ahí está el quid de la cuestión.
Desde que en España cambió la tortilla y nos metieron en esa "democracia" que los españoles nos hemos dado, nos han estado martilleando el cerebro con la idea de que la política es la actividad más digna y respetable a que puede dedicarse el ser humano. Pero simultáneamente vemos que casi toda la acción política se reduce a pelearse unos contra otros llamándose de todo y sacando los trapos sucios del adversario, dándonos la idea de que esta clase política es impresentable. Y haciendo todo lo posible para que nos enteremos de que con esta gente hay que tener mucho cuidado. Lo mismo si son de la izquierda, de la derecha, o mediopensionistas, y nos viene a la mente aquella frase de Romanones "¡Jo, que tropa!".
Este Octubre que empieza mañana lleva camino de convertir a la Prensa en una resurrección de "El Caso". Y si no, al tiempo.

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