lunes, 1 de junio de 2009

Malos tiempos para el superjuez

Mientras el acoso al PP por parte del superjuez va llegando a la cumbre , parece que a varios magistrados del Tribunal Supremo se le han hinchado las narices y han admitido a trámite la querella que imputa a Garzón un delito de prevaricación. Y ha sido, precisamente, el Presidente del Supremo Juan Saavedra, el que ha adoptado esta decisión, a la que se han sumado los magistrados Adolfo Prego, Joaquin Giménez, Francisco Monterde y Juan Ramón Berdugo.

El delito de prevaricación viene calificado con los adjetivos de "palmario, premeditado, consciente y creyéndose impune", lo que a nosotros no nos sorprende porque estamos al cabo de la calle de estos asuntos. Es tal el ansia de notoriedad de este sujeto, por otra parte un deficiente instructor, como ha venido demostrando hasta ahora, que al fin tenía que caer víctima de su soberbia y su ambición. Que, dicho sea de paso, son malos consejeros. Malos para todos pero peores para los jueces. Este vanidoso se ha creado la enemistad de unos cuantos importantes compañeros de toga

Que al juez Garzón le pueda caer un palo es algo de lo que no podemos estar seguros porque en España todo es posible. Lo mismo le puede caer un paquete, que le pueden dar la Cruz de Carlos III, como le han dado a la ex-ministra de Fomento Magdalena Alvarez por los buenos servicios prestados al Gobierno zapateril. Al fin y al cabo, Garzón también le está prestando al Gobierno sus buenos servicios. Por cierto que el Juez Desenterrador se niega a abrir la fosa existente en el pueblo jiennense de Sorihuela del Guadalimar donde está enterrado el abuelo de su mujer, D. Aurelio Serrano Medina, asesinado por el Frente Popular y enterrados sus restos en una fosa común. En la iglesia de Sorihuela del Guadalimar fueron torturados y bárbaramente asesinadas a martillazos y hachazos unas cuantas personas, entre ellas el abuelo de la señora de Garzón. Tres mujeres fueron descuartizadas en el puente sebre el rio Guadalimar, a tres kilómetros del pueblo, y sus restos lanzados al rio, a excepción de sus orejas, que entre burlas y mofas, fueron asadas y comidas en una tasca del pueblo, según informan los viejos del lugar.

Parece ser que lo que ha indignado a los magistrados ha sido la petición que ha hecho Garzón de citar a declarar al difunto Francisco Franco.

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